No sé bien cómo, ni por qué, ni cuándo, ni dónde, ni... lo que se le ocurra a mi mente preguntar en busca de respuestas inexistentes. Pero hoy me doy cuenta de todo, mejor dicho de "mi nada". Y es que hoy vuelvo a tener en mi mano, con una recién afilada punta, el lápiz que escribe mi vida. Hoy vuelvo a escribir yo mismo los sucesos que depara el camino que tomó, tras varios años de estática indiferencia ante las casualidades de la vida.
Ya se secó la tinta en el bolígrafo "Bic" de quien pretendía escribir mi destino, intentando encauzarme por caminos pedregosos de los que era difícil alejarse. A pesar de procurar dibujar un sendero que me llevase a un apacible trayecto, la desdicha siempre hacía que se desgastase la mina del lápiz antes de terminar de trazar su trayectoria, volviendo al pedregoso recorrido.
Cuatro años de trazos sin terminar que emborronan el papel de mi fatalidad, pero ya ha llegado la hora de arrugar aquella hoja maltrecha en una bola de papel y lanzarla con decisión a la papelera de la adversidad. A partir de hoy comienzo a reescribir mi nueva ventura, el azar que yo deseo encontrar en una nueva página en blanco, sin tachones ni marcas de borrado; y no el que me quiera deparar no sé ni quién con ganas de maltranscribir mi infortunio con mala letra y faltas de ortografía.
Tomo de nuevo la redacción de mi vida, que no es gramaticalmente perfecta, con una caligrafía posiblemente deficiente, en la que puede que me deje algún signo de puntuación, pero en la que, de momento, hoy por hoy, no hay intención de colocar ningún punto final.
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